Así como vivimos, guerreando con meras sombras-ya que todo "tener" es transitorio, y todas las posesiones hoy están y mañana ya no están-, somos como prisioneros en una caverna, atados, encadenados al suelo desde la infancia, con la cabeza, es decir la vista, orientada hacia una única dirección. Por detrás arde un fuego, pero no podemos darnos vuelta para verlo. Más aún, no sabemos que está ahí-porque está a nuestras espaldas-, no conocemos su existencia.
Rodrigo Calvagna
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